Tras dejar reposar unos días el maravilloso fin de semana vivido en el XI Congreso de Misterio y Enigmas de la Historia, dedicado enteramente a homenajear la figura del investigador J.J. Benítez, me he decidido a escribir unas líneas aún con los sentimientos a flor de piel. Quería abordarlo desde la objetividad, pero no puedo, es superior a mis fuerzas, así que aquí va un artículo sentimentaloide, y es que, si J.J. no ha llorado unas cuantas veces este fin de semana, ya lo he hecho yo veinte veces por él. En fin, que me apetece soltarlo. Lo necesito.

Hace unos años tuve otro blog. Iba de los mismos temas que pretendo tratar aquí, pero era más joven y aquello creo que no duró más de un año antes de abandonarlo todo. Sí, abandoné. Así de duro suena decirlo ahora, pero es que realmente así fue. Como iba diciendo, uno de esos primero artículos que escribí, concretamente en 2014, estaba dedicado a la primera vez que vi en persona a J.J. Comenzaba así:

<<Mientras entraba la primavera, esperábamos impacientes que se abrieran las puertas que nos haría partícipes de la presentación del nuevo libro de J.J. Benítez, Estoy Bien. El nerviosismo era visible, calmado a veces con buenas conversaciones sobre diversos temas, pero era inevitable pensar en cómo sería el esperado encuentro.

A las 18:30 se abrieron las puertas. Faltaba media hora y muchos esperaban que llegaran los libros, agotados prácticamente en todas las librerías. Y llegó las 19:00, y ante nosotros, con sencillez y una timidez que se creía imposible en un hombre con semejante trayectoria, apareció el para muchos Maestro Benítez>>.

Y así entró de nuevo entre calurosos aplausos en la Sala Castilla del Hotel Meliá Barajas, con esa misma timidez, el maestro, guía, referente de muchos…Estos fueron los términos más repetidos este fin de semana, en donde varios investigadores de renombre se han abierto en canal para demostrar su cariño, para confesarse y darle las gracias, tal y como apuntó el escritor Mariano F. Urresti: <<—Estar aquí junto a él es como tener delante a la chica que te gustaba y poder decirle lo que nunca te atreviste>>. Entre charla y charla, el homenajeado nos regalaba anécdotas de su época más periodística, contándonos como se curtió para lo que vendría después, esa búsqueda incansable de casos sobre el fenómeno ovni a través de esos 100.000km (aquí hay que darle ya varias veces las vueltas a ese contador), siempre desde una humildad apabullante. Me sorprendió cierto paralelismo entre la historia de Bruno Cardeñosa y la de cómo descubrí yo a este investigador. Relató que a los 13 años leyó el primer libro del autor, La punta del iceberg, y fue tan impactante que soñaba con ser como él, y en su mente infantil ya organizaba investigaciones y hasta hacía cálculos de gastos para cuando pudiera lanzarse a las carreteras en busca de testigos (Algo parecido os conté en el anterior artículo de este recién nacido blog, así que me hizo mucha gracia la similitud).

Volviendo a ese artículo de 2014, fue ese libro de 100.000km tras los ovnis el que llevé a aquella presentación. Obvio que no podía ser otro, para mí significa mucho. Lo que no sabía (y me enteré allí) es que tenía una edición rara y limitada, y claro, llamó la atención, pero no de cualquiera, sino de Lorenzo Fernández Bueno, al cual me acerqué para pedirle una foto y acabó haciendo rular mi libro por las manos de otros investigadores que andaban por ahí. Mientras vigilaba a dónde iba mi libro, Lorenzo me preguntó (debía ser muy evidente mi tembleque nervioso prefirma) si era la primera vez que veía a J.J. en persona. Yo asentí con sonrisa tímida, y con aire misterioso me dijo: <<—Su mirada, fíjate en su mirada>>.

Llegó el momento de la firma, y tras recuperar mi libro, me puse en la cola. El tembleque seguía, aumentando según me iba aproximando a la mesa, temiendo un colapso, y cuando me llegó el turno y me extendió la mano para estrechar la mia, hice lo que Lorenzo me aconsejó: me fijé en su mirada. Profunda, sabia, sosegada, enigmática, pero cálida y amable. Increíble lo que transmite con ella, con una fuerza que puede llegar a parecer sobrehumana, y creedme que no exagero. Intercambiamos unas palabras cuando conseguí despegar los labios y muy a mi pesar tuve que dejar paso al siguiente después de un ratito (porque J.J. se para a responder lo que preguntes, a escucharte sin prisa). Cerca de la mesa andaba ya rondando Lorenzo, observando la escena con media sonrisa canalla, y me espetó un simple: <<—¿Qué?>>. Y yo creo que solo pude responder con un <<—Puf…>>.

No es casualidad que su mirada y el efecto que causa fuera también mencionado durante el evento, ya que la mayoría de los allí presentes habíamos vivido ese primer impacto que se queda grabado para siempre, cada uno con su anécdota personal, y a los que iban nuevos nos encargamos de transmitirle el mismo consejo, casi como una iniciación, con el deseo de que experimentaran aquella magia.

El artículo del antiguo blog decía hacia el final:

<<Ni que decir que la presentación coincidía con el Día de la Felicidad, y sin duda, así fue el día, feliz…>>.

Sí, se puede decir que el fin de semana rebosaba felicidad, pero también flotaba una extraña nostalgia y un evidente paso del tiempo que podía abrumar, y en mi caso personal, lo que pudo haber sido, y no fue. Pero bueno, quien sabe lo que nos depara el futuro. Aquí estoy volviéndolo a intentar, y aunque dure de nuevo solo un año, ya no tendré esa espinita clavada.

Solo me queda dar gracias por todo a J.J. Benítez, mi referente desde la niñez. Un homenaje más que merecido, y como se deben hacer, en vida, y enhorabuena a los organizadores y ponentes. Salió de 10.

P.D.: Pido disculpas por la chapa, prometo no hacerlo más, pero en mi defensa advertí al principio que iba a ser un discurso sensibliode (pero creo que si has llegado hasta aquí, es que te gusta un poquito la tortura :P).

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